La forma correcta de
pongo/
ponjo ¿se tiene que escribir con la letra ‘g’ o con la letra ‘j’?¿Estás indeciso entre escribir la palabra
pongo o bien la palabra
ponjo? Tranquilo, aquí encontrarás ayuda. Existe un gran número de personas que sienten la misma duda que tú, y eso es debido a que en español tanto
pongo como
ponjo se pronuncian del mismo modo. Debido a esta semejanza en su fonología, es normal tener dudas sobre cuál es la manera adecuada de escribir este término, si
ponjo o como
pongo.
Pero no queremos perder más tiempo para aclarar tus dudas, entre
ponjo y
pongo, la forma correcta de escribir este vocablo es:
pongo. A parte de ofrecerte esta respuesta que estabas solicitando, nos agradará enseñarte otros aportes para aquellos momentos en que sientas dudas en relación con en qué oportunidades se escribe ‘g’ y en qué otras se debe escribir ‘j’. En consecuencia cada vez experimentarás menos vacilación del tipo ‘¿Debería escribir
pongo o quizás debo escribir
ponjo?’
Consejo para que logres escribir bien pongo
Nunca dudes entre la palabra pongo y la palabra ponjo cuando te veas en la necesidad de escribir, debido a que tan solo hay una manera viable de escribir este término como es debido, y es: pongo. El término ponjo simplemente no corresponde a ninguna palabra que se encuentre en el diccionario de la RAE.
Con el objetivo de que puedas acordarte siempre de cómo deberías escribir pongo, su definición del diccionario:
Primera persona del singular (yo) del presente de indicativo de poner o de ponerse .Especie de mono antropomorfo.[ 1] Cañón angosto y profundo (también llamado cluse), entallado por los ríos andinos a través de los obstáculos montañosos en su descenso hacia la llanura amazónica. Muchos pongos constituyen, aguas arriba, el límite de navegabilidad de los ríos. Ámbito: Bolivia, Perú.Indígena obligado a servidumbre por un periodo de tiempo. Ámbito: Bolivia, Perú. Ejemplos: «Un hombrecito se encaminó a la casa-hacienda de su patrón. Como era siervo iba a cumplir el turno de pongo, de sirviente en la gran residencia. Era pequeño, de cuerpo miserable, de ánimo débil, todo lamentable; sus ropas viejas.» ("El sueño del Pongo" de José María Arguedas [1])«El pongo era, por último, como es sabido, algún infeliz indio miserable y embrutecido, que venía cada semana de las haciendas, a cumplir su obligación de servicio personal» (Juan de la Rosa: memorias del último soldado de la Independencia Escrito por Nataniel Aguirre,Alba María Paz-Soldán. Página 56 [2])