pequeñísimo o pequeñízimo

    La forma correcta de pequeñísimo/ pequeñízimo ¿lleva ‘g’ o ‘j’?¿Estás indeciso entre escribir la palabra pequeñísimo o a lo mejor la palabra pequeñízimo? Tranquilizate, aquí estamos para ayudarte. A menudo nos encontramos con muchas personas que sienten cierto titubeo, y eso es debido a que en castellano tanto pequeñísimo como pequeñízimo tienen una pronunciación similar. Por motivo de esta similitud a nivel fonológico, es usual dudar acerca de cuál es la manera adecuada de escribir esta palabra, si pequeñízimo o lo que debes hacer es escribir pequeñísimo. No vamos a malgastar más tiempo para aclarar tus dudas, entre pequeñízimo y pequeñísimo, el modo adecuado de escribir esta palabra es: pequeñísimo. A parte de brindarte esta contestación que estabas buscando, nos gustaría presentarte algunas aportaciones más para aquellos momentos en que te surjan dudas con respecto a en qué oportunidades se debe escribir ‘g’ y en qué casos se debe escribir ‘j’. Así cada vez experimentarás menos titubeo del tipo ‘¿Se escribe pequeñísimo o a lo mejor se escribe pequeñízimo?’

    pequeñísimo

    pequeñízimo

    Consejo para ayudarte a escribir siempre del modo correcto pequeñísimo

    Jamás te sientas dubitativo entre pequeñísimo y la palabra pequeñízimo cuando te veas en la necesidad de escribir, ya que solo existe una forma viable de escribir esta palabra con corrección, y es: pequeñísimo. La palabra pequeñízimo sencillamente no aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

    Para que recuerdes mejor el modo en que deberías escribir pequeñísimo, queremos aportarte su definición del diccionario:

  1. Superlativo de  pequeño : sumamente pequeño.[ 1] Antónimo: grandísimo . Relacionados: diminuto , ínfimo , mínimo , minúsculo , microscópico . Ejemplo:
  2. «Y aquella noche soñó doña Berta que de un pueblo remoto, allá en los puertos de su tierra, donde había muerto el pintor amigo, llegaba como por encanto, con las alas del viento, un señor notario, pequeño, pequeñísimo, casi enano, que tenía voz de cigarra y gritaba agitando en la mano un papel amarillento: «¡Eh, señores!, deténganse; aquí está el último testamento, el verdadero, el otro no vale; el cuadro de doña Berta no lo deja el autor a los hospitales; se lo regala, como es natural, a la madre de su capitán, de su amigo... Con que recoja usted los cuartos, señor americano el de los millones, y venga el cuadro...; pase a su dueño legítimo doña Berta Rondaliego».» Alas, Leopoldo (1892). «Capítulo XI», Doña Berta. Consultado el 14 de junio de 2020.